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De Cascorro a Chamberí

¿Por que le llaman amor cuando quieren decir sexo?

¿Por que le llaman amor cuando quieren decir sexo?

Tengo para mi y llevo tiempo diciéndolo que uno de los males que aqueja y ataca esta sociedad son las palabras gruesas y no por la fuerza y la vehemencia que las palabras puedan tener en si mismas sino porque se desvirtúan los conceptos, se pierden los significados y al final lo dicho deviene es falso pero con apariencia de verdad. Falso porque no es en esencia, naturaleza y profundidad lo que se dice y con apariencia de verdad porque que al ser amplios y poco exigentes con los significados tiene una patina de realidad.

 

Estarán al tanto de la polémica de las declaraciones de Polanco y la medida de no participar en los medios de Prisa por parte del Partido Popular.  Esta medida ha sido calificada por supuesto por los medios de Prisa y por otros como un atentado a la libertad de expresión o del derecho de información. El trazo no puede ser más grueso, la libertad de expresión consiste en poder manifestar cualquier opinión y por cualquier medio sin más límite que el que marquen los tribunales y el derecho de información es poder divulgar cualquier noticia y por cualquier medio con el mismo límite de los tribunales. Que alguien, un particular o un partido, no conceda entrevistas a unos medios no es ni vulnerar ninguno de estos dos derechos y corremos el peligro de creer que dos derechos fundamentales están en riesgo en este país nuestro y eso es una mella en la esencia democrática y un efecto de vulnerabilidad cuando, muy al contrario, este país por su propia idiosincrasia si algo celebra es la libertad de expresión.

 

Sirva este ejemplo, pero nos valdrían otros muchos, cuando se habla de proceso de paz, o cuando se usa la palabra exterminio y genocidio de manera frívola, cuando se habla de  nacionalismo, accidentes y así unos y otros usos erróneos de las palabras y sobre todo de los conceptos más amplios que se manejan. En algunos casos no dudo de que son máscaras, eufemismos, disfraces pero en otros, casi siempre, y lo que es peor porque se transmite a la sociedad, es trazo grueso, palabra gruesa. Imagino a un joven en plena formación que a base de escuchar una y otra vez un concepto referido a una situación acaba concediéndole calidad de categoría y llevará aparejado ese significado hasta que se pueda librar de él, con el conocimiento, si es que se libra, que será en el menor de los casos.

 

No hablo de sutilezas, ni de puntualizaciones, ni ajustes extremos, hablo de lenguaje gordo, desacertado, falaz, de una especie de reduccionismo a lo simple, a lo fácil que nos lleva a desvirtuar tanto los conceptos que acaba siendo imposible la comunicación y el debate en profundidad porque los planos de discusión son distintos y alejados. Es como si hablamos de amor cuando queremos decir sexo, estaremos hablando de conceptos totalmente distintos y por lo tanto la discusión es imposible. Me dirán que la gente distingue perfectamente entre sexo y amor y les doy la razón, pero de la misma manera no manejamos conceptos que son tan cotidianos como el sexo y el amor, aunque si bien no tan importantes, claro. No manejamos los conceptos, sus significados, su origen, su evolución, las alternativas, el desarrollo, la historia, la ideas que lo alumbraron y no hablo de conocimientos de eruditos sino de todo el bagaje que debe tener un concepto y transmitirlo en toda su fuerza y extensión al ser usado sin que lo cercenemos por desconocimiento o interés

 

Al final, lo único que hacemos es rebajar el nivel, negar el conocimiento, penarlo en vez de fomentarlo y se empiezan a perder conceptos básicos en una sociedad. Nuestros jóvenes desconocen no sólo el significado sino, por lo tanto, la realización de los mismos y es difícil que se transmitan y vamos creando sobre cimientos de barro en vez de acero.

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